Aquí, allí o más allá.
Todo tiene que ver con las relaciones

Una tarde cuando veníamos caminando a casa desde el mercado por la carretera, adelantamos a un anciano y nos detuvimos para intercambiar los saludos formales. Se sorprendió al descubrir que unos extranjeros como nosotros éramos capaces de hablar su idioma y que también vestíamos la ropa tradicional Fulbe. Con gestos señaló hacia una casa cercana y nos invitó a ir y compartir la cena con su familia esa noche; aceptamos con alegría.
Cuando nos presentamos en su casa más tarde el parecía un poco sorprendido, pero con una gran sonrisa nos invitó a entrar y nos sentamos en los cojines del piso. Mirando alrededor de la habitación nos dimos cuenta de que otros ocho o nueve huéspedes ya estaban allí compartiendo conversación y té tradicional de menta. Algunos eran personas que ya conocíamos, hombres del vecindario o estudiantes de nuestras clases de inglés. Nos saludamos unos a otros, y nuestro anfitrión hizo este memorable comentario: "Hasta ahora os habéis reunido con los chicos, hoy habéis conocido al padre." Sin saberlo, habíamos estado creando lazos con miembros del mismo clan y ahora conocíamos a su líder.
De 1996 a 2011 vivimos y trabajamos entre los Fulbe, también conocidos como Fulani. Comenzamos en un pequeño asentamiento en el Sahel al oeste de Malí, luego nos trasladamos a una ciudad más grande, y finalmente continuamos un nuevo ministerio en una ciudad de tamaño mediano. La ciudad donde vivíamos estaba en Mauritania, fuera del área de la tierra natal Fulbe, pero muchos habían emigrado allí para trabajar en el sector servicios y en algunos casos para proporcionar una mejor educación a sus hijos. Como habíamos aprendido sobre la vida Fulbe tradicional en el área rural donde comenzamos, nos interesó descubrir que gran parte de su cosmovisión nómada les había acompañado cuando se mudaron a la ciudad y empezaron a adaptarse a un estilo de vida "moderno".
Después de mudarme a la ciudad, encontré maneras de construir relaciones con las mujeres en el vecindario. Cuando me invitaban a bodas y celebraciones de nombres de bebés, comencé a notar cómo estos eventos comunitarios habían sido planeados y organizados por grupos de mujeres que se estructuraban en otros grupos por edad y por clanes, del mismo modo como lo hubiesen hecho en sus aldeas o en las zonas originarias de pastoreo de ganado y ovejas. Descubrí que cada mujer Fulbe que conocía, pertenecía a uno de estos grupos. La planificación de la boda se realizaba por el grupo al que pertenecía la madre de la novia; todos aportarían dinero para comprar la comida de la fiesta, organizar como cocinarla y servirla. Cuando una mujer daba a luz, el grupo al que pertenecía organizaba la ceremonia y la fiesta de asignación de nombre, ayudaban regalando nuevas y festivas ropas para la madre. Recuerdo haber observado con asombro como una de las mujeres registró cada detalle en un cuaderno, la pequeña contribución financiera que cada mujer había hecho en una línea junto a su nombre.
Algunos grupos de mujeres usaron este sistema para administrar un fondo de préstamo rotatorio. El dinero acumulado a través de las contribuciones mensuales podría ser tomado como un préstamo a la pequeña empresa por uno de los miembros, para ser devuelto más tarde y que otra mujer lo pudiese tomar prestado. Este sistema parecía funcionar porque las mujeres se conocían bien, y sus familias estaban vinculadas por las relaciones de los clanes. La "garantía" era su posición social en la comunidad.
Todo depende de a quién conoces
David J. Phillips, en su libro Peoples On the Move, explora esta dinámica de la vida nómada en un capítulo titulado "Who You Know, not What You Own." -”No es lo que sabes, sino a quien conoces”-. Escribe: "Nómadas... enfatizan las relaciones con su propio grupo -especialmente con sus parientes cercanos. Su identidad y seguridad está en quién y qué pueden llevarse consigo y en sus relaciones con los demás en el camino. Esta identidad depende de pertenecer a una sociedad móvil con su terminología, relaciones sociales, costumbres e incluso ritos ocultos" (p.31, William Carey Library, 2001). Vimos otro ejemplo de esto una tarde cuando nos detuvimos para visitar en su casa a una familia Fulbe que habíamos conocido, pasamos alrededor de una hora mientras bebíamos las tres tazas tradicionales del té de menta fuerte que facilitan la conversación y ayudan a relacionarse. Nos invitaron a quedarnos a cenar y aceptamos. Al poco rato nos dimos cuenta de que iban pasando más rondas de té de menta y que llegaban más hombres jóvenes. En el momento en que la cena se servía además de nuestros amigos y sus cuatro hijos, había cinco o seis hombres solteros sentados alrededor de los platos, junto con nosotros dos. Después de la comida, cuando nos estábamos despidiendo, me acerqué a la cocina para dar las gracias por la comida a nuestra anfitriona Jeynaba, esta me comentó que había tenido que cocinar una gran cantidad de comida, me comentó que nunca sabía cuántas personas llegarían a cenar. Ella continuó explicando que, debido a que su esposo tenía un trabajo gubernamental fijo y que estaban establecidos en la ciudad, eran una "familia de acogida" para cualquier hombre de su clan que emigrase a la ciudad en busca de trabajo. Se esperaba que proporcionaran una red de seguridad, alojamiento, comida y contactos para los recién llegados hasta que ellos pudieran proveerse por sí mismos. Con el tiempo llegamos a conocer varias familias que desempeñaron este tipo de rol, anclando su red tradicional en un nuevo entorno urbano. Hemos escuchado anecdóticamente que esta práctica continúa en el extranjero allá donde los Fulbe emigran, en ciudades de Francia y Estados Unidos.
Mientras ellos se habían mudado a la ciudad y trabajaban en empleos dentro del sector servicios, del gobierno o de cuello azul, nuestros amigos Fulbe seguían manteniendo expectativas vitales y normas culturales que son producto del eco de sus raíces rurales y nómadas. Uno de los más destacados es cómo responden a la pregunta "¿Qué le da seguridad en la vida?" Para aquellos con una cosmovisión nómada, la seguridad se encuentra en las relaciones, en esa red de lazos familiares y clanes que se extiende a través de la geografía y trascienden a lo que consideramos la cultura moderna. Desde este punto de vista, la persona siempre estará asistida mientras se mantengan esos lazos.
No estás solo, estamos juntos
La importancia de las relaciones como base para la seguridad nos da mucho que pensar mientras planeamos cómo compartir mejor las buenas nuevas con nuestros amigos Fulbe y los vecinos. Al examinar las Escrituras, nos dimos cuenta de que gran parte del ministerio de Jesús, incluyendo muchos de sus milagros, tenía que ver con la restauración de las relaciones de la gente y las conexiones sociales. Los leprosos, los endemoniados y la mujer que sufría de una hemorragia por doce años recibieron no sólo curación física, sino restauración en sus redes normales de familias y clanes y la seguridad que estos les proporcionaban. Nos preguntamos: "¿Podemos compartir las buenas nuevas de tal manera que no sólo traen la salvación del pecado sino también la restauración de la comunidad y de las relaciones?".
Cuando observamos lugares donde los Fulbe se había convertido en creyentes en Jesús, nos dimos cuenta que reunirlos en grupos en iglesias-casas era un desafío y a menudo esos grupos no duraron ni crecieron. Nos dimos cuenta de que con frecuencia esto pasaba porque los individuos eran originarios de clanes o regiones diferentes, y por tanto no tenían lazos naturales o confianza los unos en los otros. Se hizo evidente que las buenas nuevas se extenderían más rápido, y las iglesias-casas resultantes serían más fuertes si se usaban redes de relaciones naturales. ¿Podemos modelar compartiendo las buenas nuevas de una manera que motive a la gente a compartirlas entre ellas mismas y dentro de sus propias familias, grupos de edad, círculos y clanes?
También conocimos a creyentes Fulbe que habían escogido seguir a Jesús como individuos, y luego fueron expulsados o separados de sus familias. Estas personas solitarias sufrieron la pérdida de las relaciones que forman su red de seguridad. Aunque esto a veces es la "cruz que debe soportar" los nuevos creyentes, no siempre es necesario, y puede ser contraproducente para la difusión de las buenas nuevas en toda la familia.
Nos preguntamos: "¿Podemos traer las buenas nuevas a familias enteras para que la gracia de Jesús las reúna en lugar de separarlas?" Y así tratamos de concentrar nuestros relatos bíblicos y el ministerio de oración con familias reunidas en lugar de individuos.
Entre los Fulbe, como en la mayoría de los grupos étnicos de origen nómada, todo tiene que ver con a quien conoces y no cuanto posees. De esta manera, su visión del mundo se hace eco de la perspectiva del Dios de la Biblia, que es intrínsecamente relacional e hizo el último sacrificio para adoptarnos en su propia familia. Cuanto más valoremos y conscientemente honremos este aspecto de la cosmovisión nómada, más veremos que el reino de Dios se convierte en una realidad entre ellos.
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